Cuando los chicos asisten a las escuelas de escalada es muy importante, al igual que en toda práctica deportiva, manejar adecuadamente las cargas que se usan durante la actividad (en este caso estará en relación a la cantidad de veces que trepan los chicos, el tipo de tomas, la variación de grados de las pared).
La práctica de este deporte se debe iniciar desde el juego, buscando que los chicos logren sacarse el miedo a subir y a caer, y que conozcan la mayor cantidad de tomas posibles. Como también distinguir entre una toma “buena” y una “no tan buena”.
Con los más chiquitos, se recomienda empezar a partir de los 5 años, ya que desde esta edad son más capaces de responder a consignas más específicas. Con ellos debemos comenzar desde lo más global sin encasillarlos en movimientos, que investiguen y se animen todos los días un poquito más. Se trata de generarles el gusto por trepar y que se sientan seguros con los docentes, los compañeros y ellos mismos.
Es muy importante que los docentes los ayuden y motiven. Deben prestar mucha atención a su seguridad ya que suelen soltarse casi sin avisar cuando se cansan.
A tener muy en cuenta, con los más chicos: respetar sus tiempos, ellos decidirán cuándo escalar y cuándo descansar, es importante el tipo de actividad que se plantea, mientras más los atraiga, más llamados a trepar se van a sentir.
Cuando nos referimos a las edades de entre 7, 8 y 9 años, van a empezar a notar un aumento significativo de fuerza y resistencia. Sin embargo, siguen siendo pequeños para trabajarla específicamente (sobre todo la fuerza).
Las cargas deben estar orientadas a la resistencia y a empezar a probar movimientos más específicos o empezar a trabajar (pero por determinado tiempo) en algunos desplomes.
Con ellos no hay que descuidar la variación de actividades puesto que el desarrollo físico les demanda mucho y tienden a aburrirse más rápido.
También es muy importante, al igual que con los pequeños, la atención de los docentes, porque como toman confianza y el cuerpo les permite moverse más, se suben a todos lados.
Los más grandes (10, 11, 12, 13 y más) ya tienen una resistencia de base que les permitirá comenzar a trabajar sobre aspectos más puntuales de fuerza y técnica de movimientos. Además de empezar a tocar temas que hacen a la seguridad.
Este es el momento adecuado para comenzar a corregir cosas como el uso de los pies (muy importante para su práctica deportiva futura), plantearles vías o boulders que les demanden más atención, enseñarles a “leer” los movimientos, etc. Todo esto será determinante para el correcto uso de la técnica.
Están aptos para trabajar sobre desplomes con un grado un poco más fuerte de inclinación, incluso a variar más las tomas de agarres. De todos modos no se debe perder de vista como perciben ellos el cansancio, además se debe tener en cuenta que tanto pre-adolescentes como adolescentes pasan por numerosos cambios físicos y también psíquicos, con lo cual plantearles actividades divertidas para que se vinculen más entre sí e incluso dejarlos crear a ellos será beneficioso en el desarrollo de su práctica deportiva.
También es una buena edad para acompañarlos a algún encuentro de boulders e incluso llevarlos a la roca. De este modo se los acerca a la actividad desde otra perspectiva y si lo disfrutan tendremos la suerte de que la practiquen muchos años más.
Las cargas deben estar orientadas a la resistencia y a empezar a probar movimientos más específicos o empezar a trabajar (pero por determinado tiempo) en algunos desplomes.
Con ellos no hay que descuidar la variación de actividades puesto que el desarrollo físico les demanda mucho y tienden a aburrirse más rápido.
También es muy importante, al igual que con los pequeños, la atención de los docentes, porque como toman confianza y el cuerpo les permite moverse más, se suben a todos lados.
Los más grandes (10, 11, 12, 13 y más) ya tienen una resistencia de base que les permitirá comenzar a trabajar sobre aspectos más puntuales de fuerza y técnica de movimientos. Además de empezar a tocar temas que hacen a la seguridad.
Este es el momento adecuado para comenzar a corregir cosas como el uso de los pies (muy importante para su práctica deportiva futura), plantearles vías o boulders que les demanden más atención, enseñarles a “leer” los movimientos, etc. Todo esto será determinante para el correcto uso de la técnica.
Están aptos para trabajar sobre desplomes con un grado un poco más fuerte de inclinación, incluso a variar más las tomas de agarres. De todos modos no se debe perder de vista como perciben ellos el cansancio, además se debe tener en cuenta que tanto pre-adolescentes como adolescentes pasan por numerosos cambios físicos y también psíquicos, con lo cual plantearles actividades divertidas para que se vinculen más entre sí e incluso dejarlos crear a ellos será beneficioso en el desarrollo de su práctica deportiva.
También es una buena edad para acompañarlos a algún encuentro de boulders e incluso llevarlos a la roca. De este modo se los acerca a la actividad desde otra perspectiva y si lo disfrutan tendremos la suerte de que la practiquen muchos años más.